23 noviembre, 2022
Durante los primeros tres días de nuestros ejercicios espirituales el P. Arturo Moscoso, sj, nos ha invitado y llevado a reencontrarnos con nosotros mismos para realizar un examen minucioso de nuestra vida personal, religiosa y comunitaria, tenemos que detenernos, hacer un alto en el camino de nuestra vocación religiosa, buscando experiencias y respuestas que nos ayuden a orientarnos hacia un horizonte más claro y favorable.
Estos días desde personajes del Evangelio hemos visto a Bartimeo, el ciego del camino a Jericó que pide a Jesús: “Señor que vea”, una invitación a tomar conciencia de lo que necesito, reconocer y gritar nuestras cegueras, para renovarnos y transformarnos. Por eso la conclusión del relato, “lo seguía por el camino”, no indica solo el seguimiento físico, sino también que Bartimeo se ha convertido en un discípulo, que sigue a Jesús en el camino que lo lleva a la cruz.
¿De qué tenemos que arrepentirnos?
¿Qué nos duele?
¿Por qué pedimos misericordia?
¿Dónde nos hemos perdido?
A ejemplo de San Juan de Dios, estamos experimentando durante estos días el infinito amor misericordioso del Padre que lo sentía e invitó a vivir misericordiosamente, a descubrir en Jesús la encarnación y expresión humana del Dios-Misericordia, origen de nuestra hospitalidad (Const. 20).
